Visita al Cerro del Rocigalgo, mirador del Parque Nacional de Cabañeros, no tan lucida como debería por la presencia de la niebla.

El inicio de la ruta, tras dejar el coche en el aparcamiento que hay junto a la entrada vigilada, va precedido del correspondiente saludo e intercambio de datos en la caseta de entrada, población de origen, destino de la ruta, entrega de mapa y comentario sobre el mapa de la ruta a realizar.

La ruta no tiene pérdida, prácticamente en su totalidad está bien indicada y discurre a través de senderos muy claros o caminos abiertos en la maleza, por lo que además es bastante cómoda de andar sin olvidar, claro está, que el camino discurre en un monte.

Arrancamos por la pista durante 3 kilómetros hasta encontrar unas escaleras, a nuestra izquierda, por las que subimos a un sendero, perfectamente señalizado, que permite visitar las dos cascadas que hay en nuestro recorrido. Entre una y otra, la parte más espectacular del camino, un pequeño desfiladero, sobre el que discurre la senda y que, para seguridad del visitante, tiene una cadena a modo de pasamanos, la verdad, algo inesperado teniendo en cuenta la mansedumbre del paisaje.

El recorrido hasta el Collado del Chorro discurre junto al arroyo del mismo nombre, casi siempre lo veremos a nuestra derecha, sin embargo, en los últimos metros, poco antes de internarnos en el bosque, debemos cruzarlo. Poco después el arroyo desaparece y la pendiente aumenta, estamos a punto de llagar al Collado del Chorro, 1.324m de altitud. En el collado, una nueva indicación, nos dirige a la izquierda para subir al Rocigalgo, unos 500 metros en línea recta y 120 metros de desnivel. Se supone que es un buen mirador de Cabañeros, pero la niebla impidió la vista del parque, salvo fugaces y espectaculares momentos.

Seguimos ruta, bajamos hasta el collado nuevamente y seguimos de frente, camino del vértice geodésico Tejadillas y con la esperanza de que a lo largo del recorrido la niebla levante un poco.

El camino se sigue sin dificultad solo hay que abandonarlo para asomarse a los múltiples miradores que vamos pasando y que, ahora si, nos permiten ver la llanura manchega, una vez que las nubes han dado su permiso.

Solo un trecho, poco después de vértice geodésico, el camino desaparece, pero con cuidado y atención en unos cientos de metros vuelve a retomarse otra pista, por lo menos en 2.014 ya que estaba en proyecto unir ambos trozos.

Una vez en la pista solo hay que dejarse caer, con buena pendiente, hasta llegar al camino en el que iniciamos la ruta unas horas antes, a la izquierda, y 800 metros después habremos llegado al aparcamiento.